15/4/09

Moneda sin Precio

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"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido" Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Lucas 15: 8 – 10)

En la antigüedad las mujeres palestinas recibían diez monedas de plata, (equivalente a diez días de salario) como regalo matrimonial. Estas monedas representaban las dotes de riqueza que poseían, tenían un profundo valor sentimental, semejantes al del anillo de bodas y perder una de ellas seria un hecho muy desesperante que en la parte afectiva era irremplazable. Se traspasaban de generación en generación y solían colocarlas sobre sus cabezas como adorno en forma de vincha.
La búsqueda de la moneda parecía ser muy intensa, ya que los hogares en los tiempos de Jesús eran muy modestos, solían tener dos ventanas, por eso faltaba la luz y tuvo que encender una lámpara de aceite para iluminar la habitación.
Sus pisos eran de tierra, había que apisonarlos, de manera que al caer la moneda pudo bien haberse enterrado. Por esto la búsqueda se hacia desesperada y en forma minuciosa.
Las mujeres tenemos esta cualidad de buscar hasta encontrar lo que nos pertenece, especialmente lo que estimamos y pueda ser muy significativo para nosotras, la mayoría por naturaleza somos sensibles y sentimentales.
La situación que ejemplifica Jesús a sus discípulos en este pasaje es muy clara.
La moneda representa al pecador que esta perdido, que a los ojos de Dios tiene un valor inestimable porque costo la vida de su hijo Jesucristo.
El pecador es “una moneda sin precio”, es decir, de un precio incalculable y no esta consiente que esta perdido, ni muy consiente de su pecado. Para Dios cada individuo es precioso y se aflige por él, mas se regocija cuando lo encuentra.

“Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente". (Lucas 15:10)

Para la mujer, haber hallado la moneda extraviada significo el gozo más grande e impulsivo de su corazón, que quizo compartir la gran felicidad con sus amigas y vecinas.

Conclusión:
Testificar del amor de Jesús y preocuparnos por el perdido debe ser el anhelo mas intenso de cada cristiano.
Si todos obedeciéramos realmente a la “misión” que Dios nos encomendó, tendríamos el sorprendente resultado: que Dios tendría que hacer una “eterna fiesta” en los cielos para gozar junto a sus ángeles por el “continuo” pecador arrepentido y no un momento de gozo “cada vez” por “algún” pecador que se arrepiente.
Evitemos lo que no contribuye para el reino de los cielos que es; el egoísmo, la ambición, el materialismo, la omisión, la discriminación, la contienda, la falta de amor, el orgullo, la murmuración , la falta de perdón, la incomprensión, la duda, la pereza; actitudes que están imperando para hacernos esclavos y no de Cristo.
Es tiempo de poner manos a la obra y que nada impida obedecer a Dios en el gran mandato evangelístico que nos ha dado:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15

Pra. Mónica Polanco

La Mujer del Flujo de Sangre

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“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,…” (Marcos 5:25 – 34)

Entre las enfermedades de la mujer con mas consultas al ginecólogo se deben al flujo de sangre, sea escaso o abundante y según la cantidad o ausencia de este es como la medicina denominará la enfermedad.
Refiriéndome al pasaje bíblico, bien podríamos decir que la enfermedad de esta mujer se trataba de una “metrorragia crónica”, porque era continua y la padecía mas de una década.
Cómo mujeres entendemos perfectamente lo que esta mujer podía estar pasando.
En cuanto a su organismo, una continua hemorragia de sangre sin duda le llevaría a la debilidad y probablemente a una anemia aguda, le veríamos con un rostro pálido quizás y un estado de ánimo decadente frente a un diagnóstico sin solución, pues habiendo invertido todo su dinero en médicos y medicina la dejaron en una completa miseria.
Que diremos de su angustia silenciosa frente al peso de la ley a cuestas sobre su espalda, que la hacia inmunda o impura y la excluía de la mayor parte de las relaciones entre la sociedad Judía (Levítico 15.25–27). Sin embargo, la mujer conociendo su miserable condición, estaba dispuesta a arriesgarlo todo.
Vemos aquí una mujer invadida por una debilidad física, de la cual brotaba una resolución de fe admirable, sencilla y genuina que no le importaba sufrir aquel castigo que merecía por haber contaminado a todos los que pasaron por su lado, ni tampoco los recursos que necesitaría para ofrecer la ofrenda establecida por la ley cuando fuere sana…
¡El flujo de su sangre seria la evidencia más clara de un crimen de fe!

Ella estaba completamente segura que Jesús la sanaría, pero era un gran riesgo; tocar un hombre y en esas condiciones sería condenarse a lo extremo. Por eso dijo con todo su corazón: «Sí tocare tan solamente su manto, seré salva» (Mr. Vers. 28), es decir, salva de condenación y sana de su enfermedad.
Su fe puesta en acción permitió que al momento de tocar “solo el manto” de Jesús fuera inmediatamente sana, como respuesta a una fe verdadera.
Me pregunto: ¿qué habría pasado si la mujer con esa fe hubiese tocado “el cuerpo” también?
¡Realmente me inspira tener la fe de esta mujer para ver en mi vida mayormente la Gloria de mi Dios!

Jesús ahora pregunta quién le ha tocado, ella temblando e invadida por el miedo se postra ante Él, admitiendo delante de todos su culpabilidad y el gran milagro que acababa de suceder en su vida.
La intención de Jesús nunca fue avergonzarla ante las miradas juzgadoras, ni mucho menos condenarla por su osadía, sino tenia el propósito que ella diera a conocer públicamente su fe.
Vemos una vez más a Jesús libertando y dignificando a la mujer de su época haciéndola merecedora de su gracia por medio de la fe, donde el egoísmo y la tradición de la cultura, la colocaban al estándar de un objeto.

Conclusión:
Los problemas y enfermedades siempre existirán en esta vida y si buscamos la mejor forma de confrontarlos, será mediante la fe que tengamos en Jesús, si nuestra fe es persistente y osada como la de esta mujer, de seguro tendremos resultados asombrosos.
No permitas que tu fe sea amenguada por las circunstancias que te rodean; los conflictos, la enfermedad, los miedos, la falta de recursos, el desaliento, etc… Porque mayor es Jesús que todo aquello que nos somete a esclavitud.
Deja que fluya el poder de Cristo sobre tus heridas y sane tu enfermedad…solo acuérdate de testificar lo grande que hizo y hará en ti.
El vino para que tengamos la oportunidad no tan solo de tocar el borde de su manto, sino rendirnos a sus brazos que fueron extendidos en la cruz para abrazarnos con su amor incondicional y hacernos dignas, para reflejar su gloria en nosotras.

Pra. Mónica Polanco

8/4/09

Las Damas Primero

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“Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo.” Mateo27:55 (RV95)

A las mujeres nos otorgan muchos privilegios en la sociedad, por ser más frágiles o delicadas. Con gestos de cortesía nos dan el asiento en el autobús, nos tratan con mas amabilidad, nos ayudan si vamos cargadas de bultos, nos ofrecen compañía cuando tenemos que caminar en obscuridad, una atención especial en las filas si estas encinta o con un bebe de brazos, etc…siempre “Las damas primero” Todavía mucha gente nos considera y nos respeta dándonos alguna preferencia.

¡Pareciera ser que solo en la iglesias hoy no tenemos ciertos privilegios para ser consideradas como tal!, sin embargo, en la antigüedad las mujeres recibieron la mayor de las atenciones de parte de Cristo; El se atrevió a “hablar“ a la mujer Samaritana sin cuestionar el que dirán (Juan 4:26), “defendió” a María de Betania en la casa de Simón (Juan 12:7), les dió esperanza y consuelo (Juan 11:40-44), perdonó y dignificó a la mujer adúltera (Juan 8:11), no las desamparó (Juan 19:26,27), etc.

Jesús vino para cambiar el concepto de la mujer, para sacarlas de un bajo perfil dignificándolas en medio de una sociedad que las oprimía y que les robaba sus derechos.
En aquella época las mujeres seguían a Jesús por todas partes ¡Amaban sus enseñanzas! ¡Se identificaban con su libertador! Se sentían comprendidas, aceptadas, inspiradas en el Aquel que las amó incondicionalmente, esta actitud brotaba de un corazón agradecido y al trato especial que El les brindo.

Por esto notamos a través de la escritura que las mujeres gozaron de grandes privilegios y notables distinciones que ni siquiera sus discípulos; los que decían “amarle” tanto, ni los que “comieron” con El, ni los que dijeron “seguirle hasta la muerte”, estuvieron tan cerca del momento mas crítico que Cristo debía enfrentar, pero ellas…

-Estuvieron hasta el último en la cruz. (Mr. 15:47)
-Fueron las primeras en la tumba. (Jn. 20:1)
-Las primeras en proclamar la resurrección. ( Mt. 28:8 )
-Las primeras testigos a los Judíos. (Lc. 2:37,38)
-Asistieron a la primera reunión de oración. (Hech. 1:14)
-Las primeras en recibir a los misioneros cristianos (Pablo y Silas) en Europa. (Hech. 16:13)
-La primera convertida en Europa fue una mujer (LIDIA).(hech. 16.14)

Conclusión:
“Mientras mas cerca este de Jesús, mas Dios me honrará y mientras mas viva para El, mas mi compromiso de servir, pero ya no por mandamiento ni ley, sino por amor y por lo grande que hizo en mí”
¿No deseas también ser la primera? Dile: ¡Heme aquí Señor! , La primera delante de su altar, la primera en congregar, la primera en servir, la primera en… ¿La primera en todo?... ¡Sí! Para honrar a Aquel que nos rescató y dignificó para su Gloria y Alabanza.

¡Decide hoy, ser la “primera” en servir a Aquel que también es “El Primero y el Ultimo”

Pra. Mónica Polanco


Pra. Mónica Polanco. Con la tecnología de Blogger.